Esto no es un villancico


Saravá, A-i-é, Abá.

A Paz d'Aquele, que é
nossa Paz!
A Paz, que o Povo fará!

Saravá, A-i-é, Abá!

A louca Esperança
de ver todo irmão
caindo na dança da vida,
cantando vencida
toda Escravidão!
Vai ser abolida
a paz da Abolição
que agora temos.
E contra a paz cedida,
a Paz conquistada teremos!!!

Saravá,
do novo Quilombo de amanhã.
A-i-é dessa "festa de todos", que virá!

"Missa dos Quilombos" (fragmento)
Letra de Pedro Casaldàliga y Pedro Tierra
Música de Milton Nascimento

Imagen: El obispo Pedro Casaldàliga fotografiado
en su diócesis de São Felix de Araguaia (Brasil)

3 comentarios:

Unknown dijo...

pasé para saludarte... espero que tengas una feliz navidad con los tuyos... un abrazo

K. Whitmore dijo...

Me acordé de tí esta mañana oyendo a Krahe, "En la costa suiza".
Sé bueno.

Anónimo dijo...

De este texto, me gusta sobre todo la parte en la que dice algo así como “Va a ser abolida la paz de la Abolición que ahora tenemos. Y, contra la paz cedida, tendremos la paz conquistada”. Me parece una forma muy hermosa de darle la vuelta a la idea de la paz como una concesión (“danos la paz”, “concédenos la paz”, dicen las oraciones católicas), como un favor que hipoteca a menudo a la justicia.
La cosa crece en intensidad si se tiene en cuenta que el fragmento pertenece a la “Missa dos Quilombos”, una misa pero también un texto y un espectáculo teatral, poético y musical, una ceremonia de reivindicación de la dignidad y la esperanza de la “negritud” (“los negros de África, los afros de América, los negros del mundo, en alianza con todos los pobres de la tierra” dice el libreto).

Casaldáliga, Ernesto Cardenal, Leonardo Boff, los teólogos de la liberación, llevan décadas ninguneados, desplazados, maltratados (algunas veces hasta el asesinato: Romero, Ellacuría…) por papas y otros señores feudales, militares, paramilitares, gobiernos, mafias (locales y transnacionales), profetas de la ortodoxia y profetas de la desideologización.
Ellos, cuando hablan, sonríen; siguen sonriendo, tranquilos. Su discurso sigue vivo, sobrevive, creo que podría sobrevivir incluso a la idea de cualquier divinidad. Porque corresponde a algo más sagrado; corresponde, por decirlo con palabras de Félix Grande, a ese “sueño de amistad popular que cruza solitario / como un viejo vehículo del mar por el mar de la historia”.

Perdón, me doy cuenta de que me he puesto insoportablemente solemne. A los navideños: feliz navidad. A los menos navideños: ánimo, que, como diría un amigo gaditano, ya queda menos para el carnaval.

A Meka, Loruka, K. Whitmore y todos los que pasáis por aquí, un abrazo (sin desgastar, de estrena, nuevecito nuevecito, recién sacado del saco de abrazos que dejó por aquí el viejo pascuero).