Blues del refugiado



Digamos que hay diez millones en esta ciudad,
unos viven en mansiones, otros viven en agujeros:
con todo, no hay lugar para nosotros, querida, no hay lugar.

Alguna vez tuvimos una patria y nos pareció justo,
mira en el atlas y ahí la encontrarás:
no podemos ir a ella ahora, querida, no podemos ir.

En el cementerio del pueblo hay un árbol viejo
que año tras año florece nuevamente:
los viejos pasaportes no hacen eso, querida, los pasaportes viejos no.

El cónsul golpeó la mesa y dijo:
“Si no hay pasaporte están oficialmente muertos”:
pero aún vivimos, querida, aún estamos vivos.

Fui a un comité; me ofrecieron una silla;
me pidieron cortesmente que volviera en un año:
pero ¿a dónde iremos hoy, querida? ¿hoy a dónde iremos?

Fui a un mitin público; el orador se puso de pie y dijo:
“Si los dejamos entrar robarán el pan”;
hablaba de nosotros, querida, hablaba de nosotros.

Creí oír el estruendo de un trueno en el cielo;
era Hitler en Europa diciendo: “¡Deben morir!”;
nos tenía en mente, querida, nos tenía en mente.

Vi un poodle en un saco cerrado con un alfiler,
vi una puerta abierta para que entrara el gato:
no eran judíos alemanes, querida, no eran judíos alemanes.

Bajé a la bahía y me paré junto al muelle,
vi nadar a los peces como si fuesen libres
a cinco metros de mí apenas, querida, a cinco metros de mí.

Crucé un bosque, vi a las aves en los árboles;
no tenían políticos y cantaban a placer:
no eran la raza humana, querida, no eran esa raza.

Soñé que vi un edificio con mil pisos de altura,
mil ventanas y mil puertas;
ninguna era nuestra, querida, ninguna era nuestra.

Me detuve en la pradera entre la nieve que caía;
diez mil soldados marchaban de aquí para allá:
buscándonos, mi vida, buscándonos a ti y a mí.

W.H. Auden
Poemas completos

Imagen: Fotografía de Robert Capa
Refugiados españoles se dirigen a la frontera de Francia, 1939


Más fotografías de Robert Capa en este
enlace

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Refugiados... estoy escribiendo un articulillo sobre el estado de los refugiados en Italia. Los nadies, que decía Galeano...

Auster nos persigue amigo, te lo dejé escrito en tu comentario en la bitácora. Gracias por la visita :-)

Unknown dijo...

hermoso poema amigo mio....

a lo mejor también todos somos refugiados de nosotros mismos...

cuida de luchar....

un abrazo

Anónimo dijo...

Vine tras tu huella...
Eche un vistazo rápido a tu blog, volveré para leerlo con más tiempo, siempre es de agrado encontrar otro sevillano de adopción en la red (que yo también soy adoptada por esta ciudad). Ah, me encantó el haiku de desayuno VI...

Kira Kariakin dijo...

Me tocó especialmente este poema... Mi papá fue refugiado ruso a pesar de haber nacido fuera de la rusia soviética ...y se me despertó el terror de pesadilla de heredar ese karma ante la posibilidad de que se nos convierta en realidad algo así en nuestra Venezuela. Es de una belleza terrible el poema... y muy triste.

juan antonio bermúdez dijo...

fanshawe: Los nadies de Galeano, sí, los que "cuestan menos que la bala que los mata". Bienvenido al blog, sevillano de Bologna. Me encantaría leer ese "articulillo".

meka: No sé si lo dices en ese sentido, pero sí, en esa mala hora en la que no nos soportamos y nos gustaría estar lejos somos también refugiados de nostors mismos. Menos mal que ciertos albergues (no demasiados, los justos) están siempre de guardia.

loruka: Pasión oligofrénica, sí, yo no lo hubiese definido mejor. Como siempre tus visitas, tus parabienes y tus besos son una alegría en esta casa (qué cursi me ha quedado, coño, pero es verdad).

martika: Bienvenida, paisana de acogida. Me da que también compartimos a Paul Auster y algunas otras casualidades.

kira: Bienvenida también (qué alegría cada nuevo visitante). Creo que, tenga uno más o menos cerca una experiencia parecida, es imposible leer este poema sin escalofríos.
En España, en Europa, en este "primer mundo", creo que es evidente su actualidad. Los refugiados del poema tienen hoy otro color de piel, otro idioma, otras costumbres. Pero un sentimiento idéntico de abandono. Y es una tentación muy fácil olvidar que nuestros abuelos también fueron refugiados. La fotografía de Robert Capa no puede ser un testimonio más directo.

Anónimo dijo...

Estupendo el poema de Auden que has incluido en tu blog, al que el azar me trajo. Volveré, sin duda, a visitarte con calma suficiente a recorrerlo.
Saludos,
angel