El mismo, el único



Un puente entre la niebla abre un túnel a otro siglo
y de borde a borde ata los continentes y sus dioses
por encima de los astros y su reflejo líquido.

Un hombre recorre sus metros como años,
lento y lúcido como un muerto o como un ángel;
otro tropieza y se hunde en mitad de sus ojos;
otro, que nadaba, esquiva el sordo aldabonazo
en la negrura helada y sigue la corriente;
otro se araña los labios asomado a la baranda;
otro lanza su cebo sin escrúpulos; otro escribe
sin escrúpulos la noticia; otro muy joven
empieza a cruzar el puente; otro se pierde
ya, sombra arrugada, en la distancia.

El primer hombre, el mismo, el único,
camina un poco triste y torpe, se ahoga,
se defiende del agua a manotazos, nota
en su boca el escozor de la sangre,
espera el engaño de los peces,
escribe y se va alejando diminuto.

Imagen: Pont des Arts, París,
fotografía que he tomado de aquí

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