Para que yo me llame Ángel González


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;

esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

Áspero mundo, Ángel González
Imagen: fotografía que he tomado prestada de aquí

3 comentarios:

Anónimo dijo...

se va un grande, uno de los verdaderos, uno de los valientes,unos de los magos de la palabra

Víktor Gómez Valentinos dijo...

El mismo poema puse en mi blog, de Angel Gonzalez. Me alegra coincidir en eso. Y me alegra ver que tu blog anda bien, con alas de justicia y verso.

Tu Viktor

juan antonio bermúdez dijo...

Se va un gran tipo. Nos deja un puñado de poemas valientes, verdaderos, grandes. ¡Bienvenido al blog, ppt! ¡Bienhallado de nuevo, Viktor!