A ese a quien no se ve, yo lo conozco.
No está y es evidente como un sueño.
Por la calle vacía
derramada en la siesta y en el cielo,
con un roce de ayer suenan sus pasos
en perfecto silencio.
A ese a quien no se ve, yo lo conozco.
Va hacia el final o vuelve o está quieto
mientras la calle en sol arde callada,
secreta y clara, enharinada en tiempo.
A ese a quien no se ve, yo lo conozco,
o yo lo reconozco, o lo recuerdo,
o lo busco sin fin… ¡Dios lo bendiga,
tan solo como va, tan lejos!
La noria
Félix Grande
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