Me gusta el fútbol. Incluso ahora, que se parece más a un pleito entre cocodrilos de la Bolsa que a un juego. Me gusta el fútbol y no podría argumentar muy bien porqué. Por eso, aunque detesto los deportes de motor, no tengo más remedio que aceptar que a alguien le fascine la parafernalia que rodea a una competición automovilística. Necesitamos (al menos, algunos) nuestras dosis de circo, nuestro pequeño o gran chute mitificador. De todas formas, ¿alguien se ha ocupado de advertir en las vallas publicitarias de los circuitos que el delirio de la velocidad perjudica seriamente a la salud?
No sé muy bien qué fue antes, si la revelación de un veinteañero guaperas y al parecer virtuoso en el arte de dar volantazos o el hallazgo por parte de Tele 5 y cía. de una fórmula aún no explotada en la sociedad del espectáculo española. Imagino que las dos cosas coincidieron de forma sospechosa.
El caso es que llevamos un par de años de audiencias millonarias los domingos a mediodía, ingresos aún más millonarios en las cuentas corrientes de los patrocinadores, aumento inusitado de las vocaciones en las autoescuelas, simposios intercomarcales de tuning… Y todo ello guiado por la ola mediática de la alonsomanía.
Se entiende así que le concedan premios a Fernando Alonso “por tratarse de un campeón singular y haberse convertido ya en un ejemplo para la juventud mundial”. Supongo que la Dirección General de Tráfico ya estará preparando una próxima campaña que supere en agresividad y desgarro a las anteriores, para compensar, por si acaso cunde el buen ejemplo y no todos sus imitadores caben en la pole position de Montmeló.
3 comentarios:
La violencia y los millones que mueve el fútbol también se pueden equiparar a gran parte de lo comentado en tu post automovilístico. O todo o nada.
Bonita página. Un saludo
Tienes razón, el espectáculo-fútbol mueve tantos millones o más y tan sucios como el espectáculo-fórmula 1. Y el discurso con el que lo presentan los medios en muchos casos contiene y contagia violencia, xenofobia, sexismo y otras pestes. No pienso gastar una sola palabra en defender a los cocodrilos.
Como escribía, sin embargo, lo sigo y me gusta. Supongo que es un virus que te inoculan en la infancia y es difícil librarse de él. Lo asumo como una contradicción de las muchas con las que vivimos y procuro que no se me pegue demasiado de sus malos rollos.
En lo que no estoy muy de acuerdo es en el “o todo o nada”. Siempre hay grados y siempre veo algo de positivo en la crítica aunque se caiga en lo criticado. Y, en cualquier caso, el post no quería ir contra la afición al automovilismo, por más chungo que lo vea, sino más bien contra la apisonadora mediática con la que nos están vendiendo esta moto (o este coche) en estos últimos meses, príncipe de asturias incluido.
Gracias por tu comentario sobre la página. Me alegro de que te guste.
Hola, Me encanta como te ha quedado el blog. Como tengo un otro yo "deportista", entro en la conversación. A mí también me gcarga la alonsomanía, como en otro momento la "niñomanía"... Y es verdad que el futbol es casi "la guerra con otros medios", pero, a lo que voy:
Si un niño admira a Raul, lo tiene fácil, se va a la plaza de su barrio con una pelota (no tiene ni que ser un balón y , ala, a dar patadones. Un niño admira a indurain y con su bici que le trajeron los reyes puede irse a dar vueltas por el barrio, con grave riesgo de su vida, eso sí, si un niño quiere ser gasol, le va a costar encontrar un aro de balonecesto ecrca de su casa, pero alguno habrá, y una pelota de baloncesto vale 5 euros... pero, un chico que quiera ser Alonso o Sergio García....????
Al final en España, y sopspecho que no sólo aquí, nos encantan los deportes en los que "ganamos".
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