Rescates: "La habitación del hijo"

Si tuviese que recomendar una película reciente sobre la muerte, creo que elegiría La habitación del hijo, el atípico último largo (hasta ahora) de Nanni Moretti. Recupero la crítica que publiqué sobre ella en Cinestrenos.



Una película sobre la vida

Nanni Moretti contaba autobiográficamente en Aprile su experiencia de la paternidad. Sus brincos por la Isla Tiberina tras salir del hospital en el que su compañera acababa de parir suponen una de las imágenes más exactas con las que el cine reciente ha conseguido representar la inmortalidad (el precario, ilusorio, necesario sueño de inmortalidad del ser humano).

Tres años después de aquella bella película sobre la vida, Moretti se aparta de su biografía inmediata para hablar sobre el agujero negro, incomprensible, que nos abre siempre la muerte de los otros y que adopta su forma más perversa en la muerte del hijo.

Marca por tanto este filme un aparte significativo en la obra del director italiano. Por primera vez en muchos años y muchas películas, prescinde de las referencias a la actualidad, de los homenajes mitómanos, del humor o de los explícitos juicios políticos, sus principales señas argumentales. Por primera vez reduce al mínimo el vehemente egocentrismo que le ha valido más de una vez la comparación (bastante ramplona, son dos talentos independientes) con Woody Allen. Y lo hace para concentrarse en una ficción íntima, ajena pero aun así narrada con el exquisito pudor del que se confiesa.

Se asoma el acostumbrado personaje irónico y maniático de Moretti apenas en algunas escenas de la primera parte de La habitación del hijo, esa entrada en la que se presenta a una familia liberal y cariñosa en una inquietante horma de felicidad. Pero eso es sólo el anuncio que va a servir para situar el drama que sobreviene en la más larga, intensa y mejor construida segunda parte.

Crece allí la película con una punzante coherencia sentimental, con una verosimilitud que está más allá de las reglas fílmicas. Crece el Moretti actor con un inédito y sorprendente registro dramático. Crecen, en general, todos los intérpretes (fabuloso descubrimiento de la joven Jasmine Trinca en el papel más creíble) en una honesta y muy conseguida apelación a las reacciones del ser humano en ese suceso inhumano, antihumano, de la muerte prematura.

Esos largos momentos que envuelven el duelo probablemente son los mejores de La habitación del hijo, pero la película prolonga su emoción más allá de la excepcional valentía con la que se detalla el trance del tanatorio. Acompaña a cada personaje en su desamparo, explora sin morbo su dolor solitario y termina aprendiendo a sobrevivir con ellos. Porque finalmente, como insiste Moretti en las entrevistas, La habitación del hijo resulta una película sobre los recursos de los que el ser humano tira para sobreponerse a la muerte, una película sobre la vida.

8 comentarios:

ariadna dijo...

Bon dia juan!
Recuerdo esta peli como una d las que más me ha cautivado del MOretti, tu queridísimo. Ese final de desconcierto familiar de pérdida en la playa, cést fantastique.
Yo me he acordado de vos me he alquilado la trilogía del Kiarostami de ¿Dónde está la casa de mi amigo?, El globo blanco y La vida continúa. Teherán es como la Sevilla que mi madre me describía de pequeña, recordé que yo no nací con el tetrabrick (hace 2 días que se inventó)recuerdo bajar con mi madre a recoger la leche en una especie de cántaros de metal. Los niños de la peli Dónde etá la casa de mi amigo son encantadores y la historia es un canto al viaje de cualquier odiseo.

BSO´S 1000

Anónimo dijo...

no la conocía: apuntada queda... ah, ya tiene usté su correspondiente enlace en la rama del olivo...

Unknown dijo...

pues yo me quedo con caro diario la escena de la vespa, la escena en la que baila ay quien era la rubia de la pelicula? simplemente genial¡¡¡

David Monthiel dijo...

a mí me sobrecogió de los huevos un poco. sobre todo el final.
gran nanni!
bezos sr. bermúdez

Mónica dijo...

Una película genial.
La dureza de la perdida suele enmascararse romántica y absurdamente en el cine, sobre todo el americano, es algo que siempre me ha puesto los pelos como escarpias. Parece que mueren de mentira, o que a los dos días todos están contentos o que los funerales y entierros son ocasiones geniales para ponerse a comer como cerdos y reencontrarse con amores perdidos vestidos de negro o darse cuenta de lo bonita que es la vida, subiendo y bajando casas con escaleras de madera y jardines con perros.
Moretti nos golpea de lleno con la realidad de la muerte, y a pesar de ser mucho más cruel,nos recuerda que forma parte de una manera inevitable de nuestra vida. Maldito contrasentido...

Un saludo,

Mónica, ya una incondicional por estos lares tan currados.

Anónimo dijo...

Sin duda, tener tu "cabeza" por internet, con esa sapiencia plena del cine es una ayuda cuando nos perdemos en el séptimo arte, cada uno en su oficio. Un abrazo Bermúdez. Aquí otra seguidora tuya.

juan antonio bermúdez dijo...

Uff, Ruth, qué alegría verte por aquí, pero no me eches tantos piropos que se van a asustar estos otros señores que visitan el blog. Un abrazo y espero que nos veamos muy pronto, la semana que viene, cuando termine el festival, te doy un toque y quedamos.

juan antonio bermúdez dijo...

Y a todos los demás, por supuesto, otra cascada de besos y abrazos. Perdón por tener un poco abandonado el blog esta semana; el fin de semana regreso y prometo atención personalizada (¿como la seguridad social?). Hasta entonces, más besos y más abrazos. Y viva Moretti.