Somos torpes los transeúntes, nos atropellamos de codos,
de pies, de pantalones, de maletas, bajamos
del tren, del jet, de la nave, bajamos
con arrugados trajes y sombreros funestos.
Somos culpables, somos pecadores,
llegamos de hoteles estancados o de la paz industrial,
ésta es tal vez la última camisa limpia,
perdimos la corbata,
pero aun así, desquiciados, solemnes,
hijos de puta considerados en los mejores ambientes,
o simples taciturnos que no debemos nada a nadie,
somos los mismos y lo mismo frente al tiempo,
frente a la soledad: los pobres hombres
que se ganaron la vida y la muerte trabajando
de manera normal o burotrágica,
sentados o hacinados en las estaciones del metro,
en los barcos, las minas, los centros de estudio, las cárceles,
las universidades, las fábricas de cerveza
(debajo de la ropa la misma piel sedienta,
el pelo, el mismo pelo, repartido en colores).
Pablo Neruda
La rosa separada
La rosa separada
Imagen: "Cavalli e cavallieri", dibujo de Dario Fo
1 comentario:
Algunos poemas de Neruda (sobre todo los veinte y la canción desesperada) se han convertido en música ambiente o en gaseosa destapada. Pero bueno, siempre habrá quien los lea por primera vez y se emocione, porque en el fondo muchos creo que siguen siendo emocionantes.
Yo me quedo con algunos de Residencia en la tierra (Walking around, Ritual de mis piernas o el Tango del viudo, por ejemplo, que también están muy trillados, aunque no tanto).
Este que he publicado en el blog es de uno de los libros que dejó inéditos a su muerte.
Abrazos.
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