¿Y?


Creo que el mayor problema del cine español no es su dependencia de las subvenciones, como cacarean machaconamente los coristas del think-tank neocon. Tampoco es su falta de diversidad o su obstinación por el drama social, como sentencian los que confiesan en la siguiente pregunta que no ven cine español. El mayor problema del cine español es su complejo de inferioridad que, como gran aspiración, le lleva a remedar fórmulas acartonadas del neobarroco hollywoodiense (Balagueró, Bayona, Fresnadillo, Gutiérrez…) para mendigar con desespero una taquilla que se sigue jugando, no nos engañemos, en las grandes campañas de marketing.

Una película como Tres días demuestra que los cineastas españoles (incluidos los andaluces) podemos ser igual de machitos que los cineastas de la industria estadounidense; que, como ellos, también sabemos montar una banda sonora apabullante y una fotografía resultona; que sabemos aturdir al espectador con sus mismos viejos trucos de ilusionista decadente. Bien, ¿y? Personalmente, espero algo distinto y algo más cuando pago una entrada.

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Imagen: fotograma de Tres días

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