que resplandecen y acechan.
Todas las casas son bocas
que escupen, muerden y besan.
Todas las casas son brazos
que se empujan y se estrechan.
De todas las casas salen
soplos de sombra y de selva.
En todas hay un clamor
de sangres insatisfechas.
Y a un grito todas las casas
se asaltan y se despueblan.
Y a un grito todas se aplacan,
y se fecundan, y esperan.
Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)
Imagen: Una calle de Paracuellos de Jiloca (Zaragoza)
2 comentarios:
Y todos los que hemos leído a Miguel Hernández le amamos por lo que dice y como lo dice.
Es curioso, el otro día publiqué este poema sin caer en la cuenta de que en estos días se cumplen justo los cien años de su nacimiento.
Ahora, me están llegando convocatorias de homenajes por todos lados. Como siempre pasa con estas cosas, si sirven para acercar su obra a nuevos lectores, buenos sean.
Un abrazo
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