Primer plano: Ramón Gaya

Con esa extraña continuidad con la que el periódico casa algunos sucesos, pocos días después de los actos en recuerdo de Lázaro Cárdenas los titulares cuentan que ha muerto Ramón Gaya, poeta y sobre todo pintor, “el último superviviente de la Generación del 27” (señalan las crónicas) y uno de los más célebres entre los miles de españoles que se exiliaron en México tras la Guerra Civil.
Como pequeño homenaje, recupero unos párrafos escritos en la revista Fractal por Tomás Segovia (otro de los famosos refugiados hispano-mexicanos) a propósito de Gaya y de su común experiencia del exilio:
“En las márgenes de la figura fuertemente característica del México reconocible, se respiraba también un ambiente de dramáticos huéspedes de talento, de grave gente de paso, de desplazados cargados de experiencias y de cultura.
Lejos de mí la frivolidad de servirme de esto para inventar una explicación de la obra de Gaya. Pero sin duda ayuda a visualizar al Ramón Gaya de entonces imaginarlo en un ambiente donde André Breton visitaba a Trotski, donde el mismo Gaya discutía con la viuda de Víctor Serge, donde nos visitaba la troupe de Louis Jouvet, donde Darius Milhaud o Igor Stravinski dirigían estrenos propios en el Palacio de Bellas Artes, donde en países limítrofes o vecinos vivían Einstein y Niels Bohr, Thomas Mann, Hermann Hesse y Hermann Broch, Bertolt Brecht y Bela Bartók, y también Juan Ramón Jiménez, Cernuda, María Zambrano. El exilio español acabó por quedarse solo y ser trágicamente único, pero hubo un momento en que el exilio era una diáspora europea generalizada. Una nube de partículas dispersas de la cultura europea, levantada por el choque de la violencia totalitaria, flotaba sobre el continente americano y otras partes del mundo y creaba un ambiente internacionalista de temas y valores pasajeramente migratorios. […]
Es en esos años cuando la pintura (y el pensamiento) de Ramón Gaya empiezan a situarse claramente en una salvación de la pintura, y he escogido cuidadosamente la manera de expresarlo porque no quiero decir que haya que salvar lo que en la pintura podría perderse, sino que la pintura es salvación nuestra siendo salvación de sí misma, nos salva salvándose y nos salvamos salvándola.
Que es también decir que la pintura no es ante todo un arte, sino ante todo uno de los rostros del destino humano.”
Puede leerse el artículo completo aquí.

Imagen: "La balsa de Cuernavaca",
Ramón Gaya, gouache sobre papel, 1949

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No tenía ni idea... Ya sé algo más. Y algo interesante.

juan antonio bermúdez dijo...

vivimos (y nos hacen vivir) de espaldas a muchas cosas. un abrazo

Marco Antonio Sepúlveda dijo...

Juan Antonio.
Un buen recuerdo de un artista que me impresionó por sus acuarelas y pinturas sobre papel. Síntesis y gesto muy bien logrado.

Desde Viña del Mar, Chile, un gran saludo.

Marco Antonio Sepúlveda

juan antonio bermúdez dijo...

Marco Antonio: además de recordar a Ramón Gaya, este post también pretende servir de homenaje a todos los españoles que tuvieron que exiliarse en México y en tantos otros sitios. Un abrazo y bienvenido al blog.